Pasión de Multitudes

Denominado como futebol, soccer, football o simplemente fútbol, sin lugar a dudas es una pasión de multitudes. Para algunas personas solamente es un juego estúpido donde más de veinte hombres corren tras un balón, cuyo objetivo es insertarlo en un canasto gigantesco. Para otras personas (me incluyo) es una pasión inexplicable, un sentimiento por un deporte o por una simple camiseta, en la cual se entrega todo el afecto posible. Un deporte transversal, donde el machismo que en un comienzo afloraba se fue extinguiendo poco a poco. Es así como las mujeres han adoptado el hábito de apoyar semana a semana a su equipo predilecto y además practicar este deporte tan hermoso.

A una semana del término del campeonato de Chile y con una gran posibilidad de salir campeones (5 años sin campeonato, 5 años interminables de sequía), quisiera referirme a mi equipo predilecto: Universidad Católica. No soy creyente, no está en mis intenciones ser laico ni convertirme en cura, tampoco voy a la iglesia todos los domingos, ni siquiera una vez al mes. Es más, no estoy “ni ahí” con ella.

Mi padre me presentó a “La Católica”, en un principio me contaba que de niño era fan de otro equipo, un equipo rival. Mis tíos me regalaban la indumentaria completa de Colo-Colo, “coimeándome” para generar otro hincha más del “popular”, como se les denomina (o autodenominan). Obviamente que en esos tiempos uno no tiene la habilidad de razonar y decidir qué es lo que uno quiere, pero cuenta la leyenda (según mi padre) que un día llegué a la pieza de él y le dije: “Papá, desde ahora soy de la Cato”. Puede sonar fantasioso o hasta mentira, pero creo que no está tan equivocado, porque hasta el día de hoy lo soy y lo seré por los siglos de los siglos (Amén). 

Sin embargo, ser fanático no significa ser estúpido. Quiero decir, que por mucho que me guste mi equipo, yo no soy de esos que matan por los colores de la camiseta, que te pueden agredir físicamente porque insultaron a mi equipo, o simplemente hacerlo porque perdió en el juego. Me repugna ese tipo de gente, odio cuando los fanáticos se mofan de los rivales perdedores y cuando ellos pierden se esconden o salen con alguna excusa burda. Es difícil explicar las emociones que abundan al momento de salir campeón, como te palpita el corazón raudamente de felicidad o viceversa, cuando no quieres ni salir a la calle, porque no faltan los imbéciles que disfrutan verte sufrir, más cuando pierde el club de tus amores.

A pesar de todo, y viéndolo neutramente, es increíble como el fútbol mueve fronteras y como la selección de tu país logra algo sorprendente: Dejar los colores del club de tus amores por el color que representa tu historia y raíces. Para nosotros los chilenos, “la roja de todos”.

En resumen, es así como he llegado a la conclusión sobre la diferencia entre en el fanático de una camiseta y el fanático del fútbol en general. El amante del fútbol nunca le desea mal al contrincante, solo espera ver un encuentro entretenido y ágil. He ahí la diferencia. 

La foto es mi primera vez en el estadio, obviamente no recuerdo nada, pero es emocionante ver el ticket años después y conservarlo, ¿no?.